martes, 9 de agosto de 2011

Nostalgia inexistente

Y allí estaba yo
mirando al infinito,
sentada en aquel acantilado.
Las olas
rompían en las rocas
como cuando dejas caer un huevo al suelo.
Estallaban en mil pedazos
de espuma.
El sol caía
en picado, desde lo más alto
hasta que buceaba en lo más profundo del mar,
se apagaba esa gran bola de fuego
en ese inmenso mar
para el día siguiente
volver a prenderse, majestuoso en el cielo del día.
Era un sueño,
no recordaba playa
alguna
ni acantilado
ni rocas,
ni siquiera recuerdo que hubiese espuma.

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