Estallan en el cristal
las gotas de lluvia
de una primavera que no llega,
de un invierno que no cesa.
Alcanzan la locura de crecer,
aun a pesar de las dificultades
que les proporciona
el cambio meteorológico,
las flores.
Rompen a llorar las aceras
porque tendrán que esperar
otro año más
a que las hojas acaricien sus baldosas,
mojadas, secas.
El paso cambiado de las estaciones
que no nos dejan ver
con nitidez
los acordes armónicos
de los vientos de poniente.
*nOe
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