Tocas el agua con la yema de tus dedos,
sacudes las manos,
pensando que te vas a librar de ella.
Pero está bien aferrada a tu piel,
como el aroma de la misma.
Tanto como el llanto al dolor,
tanto como tus recuerdos a tu mente,
tanto como esos besos clandestinos.
Finalmente, esa humedad acaba desapareciendo de entre tus dedos,
como el dolor,
como el llanto,
como los recuerdos,
[...] como los besos clandestinos...
nOe*
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